jueves, 3 de junio de 2021

Sobre el Estado de Bienestar y el Socialismo Procomunista (*)

Sobre las elecciones en Perú, que lidera Pedro Castillo, con un Plan de Gobierno a lo Chávez en Venezuela, tengo la sensación de que muchos ciudadanos, confunden el llamado Estado de Bienestar, con un Estado Socialista Procomunista.

    El primero, busca tejer una malla de protección social mínima que comprenda salud y educación de calidad, seguro ante el desempleo, jubilación y vivienda digna, transporte asequible; a partir de que el Estado lo provea en mínimos aceptables. Sin embargo, esto se logra en una sociedad libre y en democracia, donde la iniciativa privada se promueve y para alcanzarlo todos pagan sus impuestos.

    El segundo, pretende que todos tengamos el mismo nivel de provisión de servicios, a partir de una inicial socialización de los factores productivos, en especial del capital, sin brindar importancia a la calidad. En este sistema lo más importante es poner énfasis en la redistribución para la equidad, aun cuando ello signifique una ineficiente asignación de los recursos.

    Es evidente que el sistema Socialista Procomunista es incompatible con la libertad económica, dado que promueve la propiedad y la administración de los medios de producción por parte del Estado, con el fin de lograr una organización de la sociedad, en la cual exista una igualdad política, social y económica de todas las personas que, es el comunismo.

    En Europa Occidental, que es frecuentemente referenciada, existen a lo más sistemas de democracias socialistas, como en los países nórdicos, pero que siempre están entre los 20 países con mayor libertad económica del planeta y donde el gasto social representa entre el 50% y 80% del PBI, cubierto con impuestos que son cedidos por los ciudadanos para lograr ese Estado de Bienestar. La mayoría de los países, no obstante, son más bien de capitalismo democrático con Estado de Bienestar, por lo que, en ambos casos, se promueve el libre funcionamiento del mercado sin abuso y del gozo del fruto del emprendedurismo. Valga decir, que en ninguno de los dos, existe la plena satisfacción de los ciudadanos con el sistema, porque las necesidades de los individuos son ilimitadas. 

    Entonces, los ejemplos de países socialistas procomunistas serían todos los países del antiguo bloque del Este con la URSS a la cabeza, que ya no existen como tales, y en el presente: Venezuela, Cuba, Corea del Norte, Vietnam, China y otros poco más. Algo en común es, que no existe ningún ejemplo exitoso de país socialista procomunista, salvo China, pero donde su crecimiento depende principalmente de su economía de escala. Y los demás, países pequeños, son todos fracasos.

    El Socialismo Procomunista, parte además de una premisa errada, que los seres humanos somos como abejas u hormigas, donde todas trabajan para el bienestar colectivo de la colmena o de la colonia, aún a costa de su propio bienestar, casi como en el imperio borg de la serie "viaje a las estrellas". Es decir, que los seres humanos podemos hacer sacrificio individual por el bien de todos, que normalmente es el bienestar del "pueblo", término ambiguo y por eso usado para justificarlo. 

    Pero claro, sus partidarios se olvidan decir en su narrativa, que hasta en las colmenas y colonias, llamadas sistemas eusociales, existen castas, y las abejas u hormigas reina se llevan la mejor parte, esto significa generalmente, más bienestar para la cúpula dirigente del partido gobernante y sus cercanos colaboradores, y esto bajo el supuesto que, en dichas sociedades, la abeja reina no piensa en sustraer nada del erario, cosa difícil en las sociedades humanas y que generalmente termina ocurriendo en todos los sistemas.

    Los seres humanos no tenemos conciencia colectiva innata, es decir de sacrificio permanente por la comunidad. Somos más bien seres que pensamos primero en nuestro propio bienestar individual, pero al mismo tiempo capaces de compartir lo que hemos logrado con otros y ser solidarios. Aun cuando existen situaciones donde sacrificamos bienestar por otros, como el que realizan los padres por sus hijos, o entre los amantes, esta se ve limitada a la existencia de una relación y siempre es voluntaria. Las actitudes altruistas son más bien ocasionales, por eso tenemos héroes. Esta cualidad de compartir, mejora, por cierto, conforme alcanzamos mayores niveles de bienestar individual, aunque su ritmo de crecimiento depende del nivel de egoísmo de esa sociedad en particular. 

    Así, el Estado surge para regular que ese ímpetu por nuestro bienestar individual no signifique abuso del mercado y una desigualdad humillante, y que el progreso sea compartido. Con esta finalidad, ese Estado recauda impuestos en un marco de contrato social, donde su carga fiscal debe corresponder con los servicios públicos recibidos, es decir que, para crear ese Estado de Bienestar, se requiere que los individuos aporten lo necesario. No se puede, sin embargo, creer que en un país con un alto nivel de informalidad y de evasión fiscal, se pueda sostener un Estado de Bienestar.

    Por otra parte, si el contrato social significa la extracción de los beneficios individuales, a través de una carga fiscal excesiva en unos pocos, sólo elimina el progreso, porque limita el incentivo, y ese es el germen de su propio fracaso. Todos queremos un Estado de Bienestar, pero también libertad económica para emprender y progresar.

    Ninguna de las opciones en estas elecciones asegura un Estado de Bienestar, pero no podemos equivocar el camino. En mi opinión, la vía del capitalismo democrático es la que permite presionar hacia el logro de ese objetivo de Estado de Bienestar, la otra simplemente no deja muchas opciones, porque por su naturaleza necesita de la coacción social, para reprimir las libertades individuales y lograr su “colaboración” en pro de un Estado todopoderoso.


(*)Artículo aparecido en Revista Éthica.pe