martes, 26 de marzo de 2013

TEZ CLARA PARA CONTESTAR EL TELÉFONO


Muchos años atrás estuve en Cerro de Pasco con mi padre y cuando me acercaba a un panadero o a un restaurante la gente solía decirme gringo. Aún hoy después de peinar varias canas, algunas personas me creen extranjero en mi propia patria lo cual siempre me resulta gracioso. 

Años más tarde cuando estuve en París, junto a mi esposa siempre recordamos que debajo de la torre Eiffel un parisino de mayor edad con cara de lápiz entabló conversación con nosotros, o mejor dicho conversaba con mi esposa ya que ella si habla francés y nos preguntó de dónde veníamos. Mi esposa le dijo en verdad que veníamos de Madrid y a ella le creyó, pero le dijo que yo no parecía español y que más bien debía ser Latinoamericano a lo que asentamos ambos. Le preguntamos cómo es que se dio cuenta y él dijo que por mis pómulos salidos característico de los Incas. ¿A qué va todo esto? Pues que cuando alguien me pregunta donde nací, siempre le digo en broma que en medio del Océano Atlántico, recordando que aquí en el Perú me dicen que parezco extranjero y en Europa dicen que soy más latinoamericano que el maíz. 

Por eso me llamó la atención el anuncio que un diario publicó el fin de semana con un texto explícitamente racista que perseguía encontrar una joven "recepcionista" para una universidad privada.  ¡La mala educación! que describe en otro sentido Almodovar. 

Algunos jalan más a su descendencia Europea, otros Norteamericana, otros de africanos o asiáticos, pero la verdad, todos llevamos en nuestra sangre algo (más o menos) de nuestros Incas, así que resulta claro que en el Perú todos somos finalmente mestizos. Como diría Don Manuel Gonzales Prada "el que no tiene de Inga, tiene de Mandinga".

Pero el racismo es sólo una de las expresiones más evidentes del proceso discriminatorio en que está envuelta nuestra sociedad. Los que han estudiado concienzudamente el fenómeno, mencionan que el proceso se inicia inmediatamente después que dos personas se miran. La posibilidad de anteponerse al otro a partir de rasgos distintivos diferenciadores, es la clave. 

En lo que respecta a la raza propiamente dicha, el color de la piel, de los ojos o del cabello son los elementos centrales, pero también lo son la altura, el peinado, la composición física en general. Sin embargo no son los únicos, la ropa (entre los chicos las zapatillas de marca), la forma de mirar, de hablar o de caminar, el auto que manejas, el barrio en el que vives, el cargo que ostentas o el apellido, son entre muchos más los elementos identificatorios del status social que sirven para establecer una diferencia. 

De hecho es estúpido, pero todos somos en cierta forma discriminadores (mundialmente) y lo peor que aquí, incluso alienados. Algunos muchos más solapadamente que otros, pero reflexione si alguna vez no rondo la idea por su cabeza. Establecer la condición del otro frente a uno mismo, es natural (ver al respecto la noción de "otredad" tan discutida en la filosofía moderna), sin embargo lo malo está en que a partir de ello, se establecen normas sociales de comportamiento que para algunos puede permitirles avasallar los derechos del otro. Según el magnífico dibujante Carlos Tovar (Carlín) hemos pasado de la "cultura combi" a la "cultura camionetón", describiendo acertadamente que la riqueza no trae necesariamente cultura y que aquel que botaba su cascara de naranja desde la combi -sin importarle quien lo limpia- continua haciéndolo hoy desde su camioneta y mientras más grande mejor. 

Todo ello ocurre porque aún nos queda esa costra de baja auto-estima, cosa con la que en el Perú muchos están de acuerdo por ejemplo respecto de los futbolistas como argumento de porqué no vamos a un mundial hace tres décadas, pero no tanto cuando se refieren a uno mismo. Quien tiene alta auto-estima no necesita discriminar. Otra razón es que vivimos en una sociedad desconfiada y usamos aquellos rasgos distintivos para encontrar alguna pista de en quien confiar. 

Lógicamente, nuestra mente que funciona racionalmente nos lleva a encontrar más confianza con alguien más parecido a uno mismo, lo cual acrecienta el proceso discriminativo. Una razón adicional más de carácter político, es que nuestro país aún no se consolida totalmente como nación. El concepto de ciudadano como lo tienen otras naciones todavía es incipiente y difícilmente alguien que no entiende que es ser ciudadano puede tratar al otro como tal sin importar los rasgos distintivos, sino por el hecho de formar parte de la misma sociedad, con su ajicito y su chunchulín como dirían un par de criollos bien orgullosos de su origen.

Nuestro genial escritor Mario Vargas Llosa, en su libro “La civilización del espectáculo” argumenta que la cultura tal como tradicionalmente se la ha descrito, está a punto de desaparecer en todo el mundo, y yo creo que lo que distingue la sociedad actual, al menos en el Perú estos hechos lo evidencian, es un ambiente discriminador perverso del cual se alimenta un proceso de oportunismo cultural, donde “el otro” es sólo una vía hacia el individualismo puro.