miércoles, 19 de enero de 2011

¿TODO ESTA DICHO O TODO ESTÁ POR DECIRSE EN EL PERÚ?

Hace unos días terminé de leer uno de los libros más interesantes que he tenido oportunidad de ver en el Perú sobre la compresión de nuestra realidad. El libro de quien fuera mi profesor hace varias décadas en la U. de Lima, Javier Díaz-Albertini F. ha sido titulado "Redes Cercanas: El Capital Social en Lima", editado por el Fondo editorial de la Universidad de Lima.

La verdad que al leerlo, recordaba los comentarios hechos por algúnos políticos egocentristas, sobre que en el Perú todo está estudiado y no hay nada que seguir investigando. La verdad, creo yo, que hay mucho que investigar, y el libro del Prof. Diaz-Albertini es una muestra de ello. El libro comienza preguntándose ¿porqué los peruanos somos tan reacios a respetar las normas formales, principalmente aquellas que nos llegan de la modernidad y la democracia y que son base para la convivencia civilizada de los individuos?.

De entrada se rechaza la idea del plano cultural como el factor relevante, y más bien se centra en las formas y mecanismos mediante los cuales nos vinculamos con los demás, y para ello se sirve de la "teoría del Capital Social" que autores como Fukuyama, Lin, Aliaga, Portes, Portocarrero, Coleman, Bourdieu y otros, han desarrollado desde diversas ópticas. Así, logra desentrañar uno de los misterios que está en los origenes de la sociología. El por qué los seres humanos buscamos a los demás, establecemos relaciones y reglas, y generamos orden social. Aunque la investigación se circunscribe a los habitantes de la ciudad de Lima, creo que puede ser válido para todos los habitantes del país.

El autor, parte de las fuentes del capital social, vale decir, la confianza, la legitimidad de las normas y las redes sociales. A partir de allí descubre, primero, que vivimos en una sociedad de caracter "familista", en la cual la confianza tiende a estar confinada a los circulos más cercanos, normalmente a los familiares inmediatos, lo cual, -concluye- aumenta los costos de transacción y favorece la exclusión. Sin embargo, esta forma ineficiente de relacionarse se justifica -señala el autor-, en la medida que sería peor sufrir las concecuencias de la incertidumbre.

Su segunda conclución, referida a la legitimización de las normas, es que falta una apropiada interiorización de las normas formales, institucionales y universalistas, que permiten una convivencia civilizada en las sociedades modernas, la cual surge por la poca integración que existe entre los contextos que constituyen nuestra vida cotidiana. Es decir, que los limeños respondemos de formas diversas según el contexto, y nuestra actitud ante la vida y ante los demás se relativiza formando un orden parcial. Como el mismo autor señala, citando a Amat y León, los limeños tenemos "disquetes de conducta" que cambiamos según el medio.

Aunque reconoce que, en algunos casos las normas formales y universalistas tienen vigencia, ello tiende a ocurrir solo cuando estamos en contextos donde las personas nos percibimos como iguales, y por ende mercedoras del trato que todos esperamos como sujetos de derechos. Lamentablemente, en un país fragmentado y discriminatorio solo vemos a las personas como "iguales" cuando son "gente como uno", lo cual evoca al caracter familista señalado o de estatus socioeconómico parecido. El resultado es un país donde aflora la busqueda de privilegio y la desprotección del más debil.

La tercera conclusión final, es que la desconfianza y la norma relativizada, exacerba las diferencias sociales y limita las posibilidades de desarrollo social, económico y político, favoreciendo a los sectores de mayores ingresos. Por ello, una necesidad urgente es la de una mayor institucionalización, especialmente alrededor de los sistemas que apoyan la vigencia y el ejercicio de los derechos ciudadanos, lo cual solo será posible y efectivo si la norma permea el conjunto de los contextos que componen nuestra cotidianidad: familia, escuela, trabajo, transito vehicular, recreación, etc.

Realmente un trabajo de investigación y análisis que invita a la reflexión y a la lectura, con muchos datos exploratorios que le sirven de soporte. Por lo pronto, invito a todos -además de leer el libro- a colaborar con lo que allí se propone. ¿Como?. Hay formas sencillas de colaborar creando normas sociales universalizadoras. Comienza haciendo lo siguiente: Cuando estes conduciendo tu auto y vayas a doblar en una esquina y haya gente que nunca viste ni probablemente vuelvas a ver, tratando de pasar por el crucero peatonal, y te miran con cara de asustados y con desconfianza, deten tu auto -aunque los de atras te atosiguen con su claxon- y extiendeles la mano e invítalos a cruzar la calle, veras como te lo agradecen con un gesto. Ellos y tu se sentirán mejor. Hasta la próxima.