lunes, 15 de enero de 2018

EL DINOSAURIO TÍO VLADI


Tengo dos hipótesis. La primera, que el tío Vladi, ese seudo cerebrito que durante los años noventa manejó el país a su antojo y con el beneplácito -para muchos complicidad- del gobernante Fujimori, controlando instituciones y sirviéndose de la aún inocencia de los peruanos con sicosociales armados, esos que hoy en día muchos comunicadores aprendices aún venden, o intentan vender, "armando el muñeco" como le llaman; a vuelto a las andanzas a través de varios congresistas, y como no tiene bandera, también asesorando al otro lado, a través de su "enfermo" siamés que por esos bucles que tienen nuestra historia, en este país poco institucionalizado e informal que él mismo ayudó a cimentar, tiene línea directa con el poder de turno. 

En realidad no es difícil darse cuenta de que muchos de los sucesos y formas de hacer política hoy en día, responden a la misma lógica.

La segunda hipótesis, es que la cárcel al tío Vladi lo ha alejado mucho de los canales, formas y sobre todo percepción de la gente. En los noventas, el peruano promedio aún creía en algo: que el gobierno siempre trataba de jugar a ganar - ganar. Es decir, una traducción técnica y elegante del "roba pero hace obras", entonces no había porque alarmarse en tanto que nos llegara algo de ese bienestar, aunque a otros coquetos y rastreros del poder les llegará a canasta llena.

El problema es que hoy en día, los medios nuevos han elevado exponencialmente la cantidad de información y reducido de la misma forma los tiempos. El ciudadano que no tiene tiempo de leer demasiado -como siempre- puede ahora, calculo,  capturar hasta el triple de información en el mismo tiempo que en los noventas y con mayor pluralidad de opiniones, y ha eso suma su percepción sobre lo que se convierte en tendencia. 

Pero eso es conocido, lo interesante es que el peruano promedio ya no cree en nada y es menos manipulable. Por ejemplo, lo que dice un político ahora, resulta falso, hasta que se demuestre lo contrario. Ello porque el escándalo de Odebrecht, ha dejado muy poco en pie, y nos ha hecho palpable que las obras se hicieron mal o no eran tan necesarias, es decir que nos dimos cuenta que en realidad era "roba y no hace obras". En resumen, ya no es fácil engañarlo con una virgen que llora y una virgen de verdad, como dice aquella magnífica canción.

¿Eso es bueno o es malo? Por una parte malo, porque la desconfianza eleva los costos de transacción y por tanto obstruye el desarrollo como nación. El juego tiene un resultado sub-óptimo. Por otra parte, hace más compleja la chamba de manipulación de la opinión pública para dirigirla hacia los fines políticos, que hoy en día son de encubrimiento más que de gobernanza.

Este escenario, eleva la aversión hacia lo injusto, y favorece las propuestas extremas, que pronto veremos surgir, como la ha hecho en el pasado. Más le valdrá bueno por conocer que malo conocido. La paradoja de Ellsberg se rompe. Vladi es en este nuevo ambiente un dinosaurio. Si algún ahijado asesor del gobierno, piensa que se ha sacado la lotería al poder contar con los consejos de una mente tan brillante como Vladi de su lado, esta equivocado. Sin él control de las instituciones, los chantajes y los medios, el tío es sólo un estúpido dinosaurio más.