lunes, 20 de julio de 2009

¿COMO MEJORAMOS EL SERVICIO DE TAXIS EN EL PERÚ?

Hace un buen tiempo que deseaba tocar el tema de los taxis y se presenta la oportunidad a partir de un articulo aparecido hoy en SEMANAeconomica.com (*). Actualmente el servicio de taxis en Lima es lo mas parecido a un modelo de competencia perfecta que puede haber (en mis clases de microeconomía suelo mencionar porqué). Mi opinión es que el tema del taxi en nuestro país y principalmente en Lima es un problema claro de pauperización mezclado con señalización. ¿Qué quiere decir esto?. 

Pues que el mercado está inundado de gente que no tiene otra forma de generarse ingresos que esa; por lo tanto, el mercado está lleno de gente no profesional. Esto es un problema porque si deseas profesionalizar el servicio de taxi debería establecerse una cuota de licencias (por zonas como es en las grandes ciudades) para este servicio. Actualmente una licencia de taxi en Madrid, en el mercado de segunda mano (que ya tiene muchos años funcionando), bordea entre 50,000 y 200,000 Euros, dependiendo de la zona. 

Aunque aquí no llegarían esos niveles, igualmente estas licencias se podrían adquirir mediante financiamiento estatal de mediano plazo, tal como se hizo con lo del gas. Este mecanismo es similar al que se ha establecido para la pesca, es decir el establecimiento de una cuota. 

Esta solución, surge del análisis del famoso “problema de los comunes o de los ejidos”. Claro, tal como en aquel sector, el problema es el establecimiento del mecanismo para entregar las licencias, que debería solucionarse con un sistema de subasta al segundo precio (Vickrey), pero que parece que no muchos funcionarios públicos conocen. Los más favorecidos serían los que obtuvieran las licencias, pero restaría alternativas de subsistencia a una parte de la población, es decir que tendría un alto "costo social" y además con una “policía de baja intensidad” (ya desarrollaré este término en otro artículo posterior) como la que tenemos, pues nada garantiza que el mecanismo no resulte siendo burlado y se abandone en el tiempo, como ha pasado con tantas buenas iniciativas. 

A pesar de ello, este es el mecanismo más eficiente desde el punto de vista económico (no exento de otro tipo de problemas), ya que las tarifas (por metro recorrido) son fijadas por el municipio distrital o provincial (depende) y luego el mercado regula la demanda de acuerdo a esa tarifa; y por ende, el beneficio del “taxista” (o más bien del dueño de la licencia). Observe que en este esquema el precio de los taxis tenderá a subir y esta es otra de las razones de la impopularidad de esta medida. Además de la intervención pública mediante la regulación (cosa que muchos políticos no están dispuestos a hacer), otra forma de corregir este problema, es brindar señales distintas al mercado sobre la calidad del servicio. Lo cual nos remite a la solución de señalización. 

Está claro que si el consumidor percibe el servicio como homogéneo, es decir, que no existe diferenciación importante, la única variable estratégica es el precio y por tanto el mercado efectuará una “selección adversa” a los de mejor calidad. Esto se produce porque el precio aquí no es buen semáforo de la calidad del servicio de transporte (que como todo servicio se produce al mismo tiempo que se consume). La aplicación del taxímetro, que debe ser regulada por la autoridad y la llamada además a fijar las tarifas, no ofrecería diferenciación en la medida que todos lo usen, pero si es un mecanismo necesario dentro del marco regulatorio. 

Una forma de diferenciación sobre una de las variables más importantes, como es la seguridad, la realizan las compañías de taxis, pero cuando la diferencia de precios entre estás compañías y los otros taxis (de particulares formales e informales) es demasiada y tiene algunos otros inconvenientes como la tardanza (característica también valorada por los consumidores), la limpieza, etc., puede que la relación calidad precio no esté siendo bien manejada. 

Otra posibilidad, es que los mismos taxistas se vayan organizando en comités más o menos estables, tengan un carné identificatorio entregado por autoridad competente (como ya viene ocurriendo) la creación de paraderos solo de taxis, la creación de certificaciones de servicio, colores distintivos (como ya viene ocurriendo) etc. 

En resumen, la solución regulada es una solución de “primer mejor”, pero con un componente de costo social, el cual se ira reduciendo a mediano plazo (si el país sigue creciendo). Las demás propuestas pueden irse planteando mientras tanto, como soluciones de “segundo mejor”. Esperemos que la nueva Superintendencia creada se ponga a planificar estos temas y no sea una institución creada solo para aumentar la burocracia. (*) http://semanaeconomica.com/articulos/42282--que-dice-el-taximetro

jueves, 16 de julio de 2009

AVATARES Y ECONOMÍA

Hasta hace poco tiempo, todo el rollo de los juegos de roll (role-playing game) me resultaba algo sumamente extraño, ya que no entendía como aún, en la era de las computadoras, podía haber chicos jugando con cartas impresas o muñecos de personajes de ficción; tal como hacíamos, cuando éramos chicos, con los soldaditos, pero en una época en que las computadoras eran solo para las películas de SF. Sin embargo, conversando con un sobrino sobre el tema, me dijo que la única razón por la que el jugaba esto era “sentir que podía cambiar el mundo”. 

Esto me dio una buena razón para investigar un poco más de ello. Así fue que inicie una búsqueda de datos sobre este juego y lo que representa para las últimas generaciones. Me llamó la atención que surge más o menos en la década de los sesentas, aunque se populariza a partir de 1974 con una serie llamada “calabozos y dragones” la misma que alcancé a ver en la TV alguna vez en los años ochentas. En nuestro país, recién el juego se comienza a hacer popular a inicio de los noventas. 

Lo otro que me llamó la atención, es que en este juego cada uno asume un personaje (avatar) y el mundo se va construyendo, es decir no hay un guion único, y lo tercero y más importante es que se sustituye el concepto de competición por el de colaboración. Los jugadores no sólo deben interpretar a su personaje, sino que además deben cumplir una misión, donde no hay ganadores o perdedores sino grupos o equipos tras un objetivo. 

 Muchas novelas y películas se han hecho basadas en el concepto del juego, como aquella de ciencia ficción llamada, 'Snow Crash', en la que el avatar era la representación virtual de las personas en el “metaverso”. Un universo virtual en un mundo dominado por las corporaciones y donde los Estados nación solo existen en apariencia formal. Por cierto que esta formula de anarco-capitalismo me recuerda mucho al libro del año 1984 “mañana las ratas” del hace poco fallecido escritor peruano José B. Adolph, que durante muchos años, fue uno de mis libros favoritos. Películas más recientes como “Matrix” me parece que también tienen una fuerte influencia de estos juegos. 

Luego llegarían los videojuegos de roll como “Shadowrun”, o los “Sims” y la mayoría de ellos en su versión en línea como “World of Warcraft”, aunque muchos nostálgicos aún prefieren jugar a la forma antigua. ¿y que tiene que ver este juego con la economía?. Pues que de él se pueden sacar varias lecciones. Primero, nos enseña que el mundo está en construcción. Todo ser humano quiere su propio bienestar y el de todos los demás. Pero justamente ese es su mayor dilema, que en dicho intento se tropieza con su propia humanidad, su propia naturaleza voraz, y no consigue bienestar ni para él ni para nadie, porque este es solo alcanzable como bien colectivo, sujeto además a “economías de red”. 

El tema es, que aún somos una civilización en transición. Me imagino a seres de otros planetas más avanzados observándonos y tratando de ayudarnos a evolucionar. Cuando aprendamos a controlar nuestros “deseos” habremos encontrado el camino. Es la etapa de pensamiento universalizadora que propone la Teoría de Fowler. Pero recuerden que toda la economía esta basada justamente en los deseos, que los economistas llamamos “utilidad”. Entonces ¿están errados los principios de la ciencia económica?. 

No, la ciencia económica solo se basó en dichas leyes porque son las que efectivamente rigen gran parte de los intereses de los seres humanos. Ya aprenderemos a ser mejores. Lo segundo, es que justamente este juego nos indica el camino correcto a serlo: la cooperación. La única forma en que la sociedad actual avanzará es mediante la cooperación. Los países con mayor desarrollo del mundo aprendieron que la cooperación es el elemento esencial del desarrollo. Puede parecernos a los latinoamericanos algo extraño, pero no lo es, lo que pasa es que gente que mal aprendió la economía, todo el día bombardea con que lo mejor es el libre mercado, es decir, la competencia sin ton ni son. ¡Pamplinas!, no entendieron nada. 

Recuerdo siempre un video de Milton Friedman (premio Nobel de economía) tratando de hacernos entender que el sistema de precios es finalmente el mejor sistema cooperativo, ¡y sí que lo es! pero solo para el objetivo de eficiencia no de equidad. En este sentido, el juego de roll me parece muy bueno porque les enseña a los jóvenes a valorar la cooperación. Ello no quiere decir que la vayan a tener clara de golpe, pero años más tarde que temprano, las generaciones futuras serán conscientes de ello, llegándose a un punto de quiebre cuando para muchos el resultado más favorable de la mayor parte de decisiones; sea cooperar y se convierta en una norma social. Finalmente, otro aspecto interesante es que muchos de estos juegos sobre todo en su versión más ciberpunk, muestran las consecuencias de un mundo con el mismo orden que prima hoy en día, donde las conductas individualistas y cada vez más osadamente oportunistas, dominen el planeta. 

Es lo que algunos autores han denominado proféticamente el “anarco-capitalismo”. Bueno espero que antes de que ello llegue a suceder, los seres humanos encontremos algo superior a esa conjetura sobre el futuro de la economía de libre mercado, o al menos una variante más desarrollada que pueda corregir el rumbo y nos avance un casillero en el juego del desarrollo existencial universal de nuestra civilización. Como decía mi sobrino: llegados a ese punto “podremos sentir que hemos cambiado el mundo”.